El ruido provocado por el factor humano no afecta solamente a entes de la misma especie, si no que propaga sus efectos a todas las especies del planeta.
Este ruido obliga a las especies a adaptarse a su propio ecosistema, como por ejemplo, los pájaros de ciudad, modifican su canto entre tanta contaminación acústica para poder desarrollar su comunicación de supervivencia.
Una investigación realizada en el Instituto Smithsonian y publicado en Science, corrobora esta reflexión tras haber realizado estudios con distintas especies como ballenas, aves y recientemente con murciélagos.
Éste último estudio enfocado al comportamiento de estos roedores, concluye argumentando que este especie desarrolla un sentido denominado “ecolocation”, el cual les permite conocer los elementos de su entorno cercano según el impacto del eco sobre ellos.
Dentro del análisis se realizó un experimento con dos ranas robóticas y 12 murciélagos. En este ensayo una de las ranas emitía un sonido de llamada artificial (llamada de apareamiento) mientras el otro robot emitía esta misma llamada y además movía el saco vocal; en esta situación los murciélagos atacaban a ambas ranas por igual, pero cuando los investigadores emitieron un sonido por encima del canto de los anfibios artificiales opacando el sonido de su llamada, los murciélagos atacaban con más frecuencia a la rana que realizaba la inflación y deflación del saco vocal, señal que les permite localizarlas en ambientes ruidosos.
“Este cambio en la tácticas sensoriales podría hacer de los murciélagos los únicos animales, además de los humanos, en reaccionar de esta manera ante el excesivo ruido”, explica Wouter Halfwerk, coautor del trabajo e investigador en el VU University de Ámsterdam (Holanda).
“Con este estudio demostramos que los animales se pueden adaptar al nivel del ruido usando sus otros sentidos, y esto tienen grandes implicaciones para otras especies que buscan presas, evitan depredadores o atraen a parejas en entornos en el que impactado el hombre”, concluye Halfwerk.